Destituir abriendo campos de vida

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Destituir abriendo campos de vida
De la forma debida a la forma-de-vida

ariana mira
carlos arévalo

¡Deja al mundo ser el mundo!
¡No muevas ni un dedo contra él!
¡Deja que se estrangule, golpee,
despelleje y degüelle a las gentes;
no muevas ni un dedo para
oponerte a ello. Eso les enseñará
a renunciar al mundo!
Nietzsche1

¡Renunciar al mundo! Suena una consigna bastante intensa, pero algo de la propuesta destituyente toca ese punto. Hay un mundo al que es necesario renunciar, para poder habitar otros mundos posibles. Vamos a proponer un campo problemático que se nos ha presentado a través de nuestros recorridos. Vemos tres puntos que forman una imagen sensible a ser pensada: los valores, los gestos y las formas-de-vida.
Tratando de tejer sobre la cuestión del presente, ¿qué pasa hoy? ¿qué pasa en este momento y cómo pensarlo desde aquí?
En la medida en que podamos sustraernos a la captura de las dimensiones del poder y del saber, será posible trazar caminos de creación −al tanteo, en el acierto o en el error− e ir logrando degradar lo instituido.
Tal vez sea necesario apuntar a lo urgente, no como lo que urge de una situación, sino como lo que urge a ser transformado. A veces, lo urgente de la situación nos induce a operar de manera grosera, atropellando la necesidad de cuidar ciertos gestos, la agenda de lo urgente no es la nuestra, nosotros tenemos tiempo, el tiempo que nos lleve.
Lo que urge ser transformado son los modos, los gestos que producen nuevas valoraciones en el despliegue de las diversas formas de vida.
No se trata solo de transformar lo que pensamos, percibimos o hacemos, sino también cómo y desde dónde lo hacemos, desde qué imágenes-pensamiento.
Habitualmente recurrimos a algunos recursos básicos que necesitamos interpelar, entendiendo que es necesario entrar en contacto con la idea de que la experiencia del mundo es más amplia que la experiencia occidental del mundo. Podríamos mencionar el recurso a lo Uno (como figura acabada) como punto de partida y referencia privilegiada, así como la adición de unidades como modo de concebir los agrupamientos. También podríamos mencionar el pensamiento binario, como la identidad versus la diferencia, y la diferencia como oposición, seguido de la dialéctica como movimiento superador privilegiado. Aquí, por ejemplo, los tojolabales y Silvia Rivero Cusicanqui nos vuelven visibles otras posibilidades…2
Así, podríamos decir que en este texto abordaremos la potencia destituyente en su dimensión de advertencia que se pone en juego en el campo relacional, más que con hitos más o menos heroicos, épicos o históricos.
Nos importa el campo relacional como territorio en el que es posible abrir paso a distintas formas-de-vida. Lo destituyente aquí produce a veces algo del orden de la descomposición, obstaculizando tanto el apetito de “comunidad terrible” (relación de regencia que establecemos con frecuencia con ciertas instancias, formales o no) como la necesidad de su amparo. Otras veces produce algo del orden de la composición, cuando nos des-centramos de las formas cristalizadas con las que disfrutamos un cierto cara a cara con el poder. Soltamos los diagnósticos feroces e impotentes que son abanderados de un saber, para hacer lugar a la potencia creadora, a la capacidad de encuentro y respons-habilidad en situación.
Al ver lo que sucede y lo que nos sucede, tendremos que hacer algo, tomar acción intentando, si es posible, desplegar las potencias inactuadas de la situación.
Algunas imágenes-memoria:

Nos encontramos, configuramos un colectivo de mujeres que va mutando y que, en su movimiento mutante, va produciendo alteraciones allí donde conectamos con otres singulares y colectivos. Se producen encuentros, se crean intervenciones, se gestan artilugios, se habita las calles con la singularidad de cierto mirar y decir… Eso no impidió que en el fragor de preparar el encuentro “Mujeres creando nuevos mundos”, la cosa se tensara: “-¿por qué no simplemente invitar, y quien se sienta convocada que venga?. -Si yo estuviera en otro país, sería mucho más fácil ser libre y proponer un encuentro más libre. Acá me respiran en la nuca los compañeros del sindicato, mi hijo militante, mi propia trayectoria…” (Como saben, los recuerdos se componen también con imaginación).

Alguna vez, mateando con dos amigas, conversábamos sobre las experiencias de convivencias entre varios. En esas casas colectivas pasaban muchas cosas. Un punto que aparecía como particularmente difícil era el pasaje que va del rechazo −ante una situación que se considera inaceptable: “esto no puede pasar acá, entre nosotros”−, a la posibilidad de albergar “esto pasa, nos pasa y entonces tenemos que ver cómo hacemos”.

Allá por el 2002 y el 2003 tuvo lugar el “Foro de acá”3. Una experiencia que permitió encuentros y habitar el mundo de otro modo, desde su gestación, su realización y sus reverberaciones que a veces aún asoman. Que estuvo marcado por la alegría en un contexto de crisis feroz en Uruguay, y anteriormente en Argentina. Se hizo en la Rural del Prado, el lugar de la crema ruralista nacionalista, predio de la IMM [Intendencia Municipal de Montevideo] al que se accedió sin ser otra cosa que lo que éramos, y que en la convivencia de esos tres días fue transformado en un escenario increíble para acoger todo lo que pasó.

En el trabajo en distintos colectivos ¿cómo estar atentos a los modos relacionales y de producción para no generar verticalidades sino, sobre todo, abrir paso a otros modos? ¿Cómo podemos pensar a partir de lo que se produce en los encuentros? ¿Qué gestos nos habitan y se ponen en juego limitando nuestras capacidades en relación? ¿Cómo construimos esas amistades con quienes entendemos creemos compartir una experiencia de mundo?
En una entrevista4 que le hizo el Colectivo Situaciones a Mujeres Creando, planteaban una pregunta respecto a la no toma del poder: ¿Cómo evitar la redundancia y avanzar en el problema que sí nos interesa? ¿Cómo han podido ir elaborando, prácticamente, una imagen de la política de los movimientos que no pase por el poder? ¿Por dónde pasa entonces?
Mujeres Creando planteaba la construcción de una política concreta, que aloje la vida cotidiana, abandone las formas de identidad egocéntricas, y se base en el reconocimiento horizontal, abriendo y vinculando temas, considerando los modos relacionales como parte de la tarea.

¿Cómo transmutar los valores, o cómo destituirlos de su fundamento?

En el 2023, luego de una presentación en Montevideo del texto de W. Benjamín “Experiencia y pobreza”, nos quedamos conversando… algo así como “choque en los accesos”5 bromeaba Fernando García, diciendo que iba a escribir un cuento.
Es una imagen que viene al caso… no se trata de otro suelo (como insiste siempre Annabel Teles), sino de otro modo de habitarlo…Ubicamos puntos de choque que son puntos de captura de la lógica habitual, que llaman a ser destituidos.
Nos encontramos en el choque de distintas formas-de-vida, donde las valorizaciones tienen un lugar central, pues hacen a la lectura que hacemos del mundo, la pregunta que surge sería: ¿se pueden transmutar los valores?
La transmutación de los valores fue el lema de Diógenes de Sinope, quien a través de sus gestos intentó destituir la forma debida. Sin duda en él fue una forma-de-vida, una vida no separada de su forma. Su sesgo fue en contra de una forma de civilidad de su época, tal vez nuestro planteo esté un poco corrido en ese sentido, apuntando a lo relacional, a lo relacional situado, a lo relacional en las situaciones concretas, no en contra.

Negras tormentas agitan los aires…

Hoy estamos en un auge del fascismo con corrientes conservadoras intentando restaurar valores del pasado que no están a la altura de lo que sucede. Estas corrientes se desentienden de la catástrofe que esos valores han producido, a nivel ecológico, social, económico, humano y del lenguaje.
En distintos territorios nos encontramos con el surgimiento de “liderazgos” como el de Milei, Bolsonaro, Trump y otros… que reivindican las milicias armadas, reivindican las dictaduras y manifiestan su fobia ante el feminismo, los negros, los inmigrantes. Lo hacen en un esfuerzo agresivo por defender un privilegio o supremacía (social, racial, nacional, sexual, étnica, propietaria) que perciben como amenazada por la profundidad de la crisis o por la fragilidad de las estructuras sobre las que se sostiene (Diego Sztulwark6). Sin embargo, es importante estar advertidos de que no se trata de lo mismo, aunque se los pueda reagrupar bajo la rúbrica del posfascismo, como propone E. Traverso. Se trata más bien de liderazgos situados que funcionan en determinadas coordenadas.
También importa la perspectiva desde la que nos aproximamos a pensar lo que pasa y lo que nos pasa: se trata aquí de aprender a plantear problemas más que de realizar diagnósticos (que presuponen un saber previo y la única posibilidad de suscribir a él), en cuanto que lo que configuremos como problema −y la manera de configurarlo− será lo que invite a afirmar una andadura posible para atravesarlo.
Dado que las distintas narrativas construyen sistemas de valores, los valores del capitalismo tienden a dejarnos en la servidumbre voluntaria, en el funcionamiento de la forma debida.
Hoy en día, se efectúa un retruécano del discurso que disfraza perversamente la sensibilidad, una transmutación de los valores en la que recurre a la demanda de los sujetos mismos tras una exigencia de seguridad. Venimos de lo que se denominó “pandemia”, o “conspiración”, en la cual el sistema, permaneciendo perversamente bajo el dominio de la seguridad y la prevención, recurrió discursivamente al enaltecimiento de valores como la solidaridad y la responsabilidad, mientras que todo lo que se transmitía a nivel sensible iba en sentido contrario: la vivencia de la mayor inseguridad posible. Apelar a la solidaridad y la responsabilidad mediante la consigna “quédate en casa”, en realidad, significaba transformarnos en policías de nuestros vecinos, ser buchones del poder, delatando a los otros que no se sometían a la regla. Teníamos un teléfono las 24 horas para contribuir con la causa. Así estos valores fueron transmutados, pero no en favor de nuestra potencia, sino para dejarnos en la impotencia: ese es el retruécano. La solidaridad no es con cualquiera, ni de cualquier modo. Sin duda, no es universalizable a cualquier situación, y sobre todo, como señala Luhuna Carvalho7, no se trata de convertirla en una mediación instrumental entre el momento de la redención y el momento actual.
En un tiempo donde la vida tiene más bien poco valor, en el que se la trata como una vida nuda, descartable, se apeló a la importancia de la vida para lograr el encierro, aplicando todas las técnicas de la biopolítica. Este es un punto no menor, pues ¿cómo estar advertidos de la potencia o de la impotencia de ciertas transmutaciones?
El capitalismo no solo promueve sus valores, sino que va por más, intentando capturar lo vital de distintas maneras. Después de apuntar al individualismo, ahora exige que todos se autovaloren constantemente. Para eso están las redes sociales, donde cualquier movimiento debe ser registrado y compartido inmediatamente, generando la sensación de que si no está allí uno no existe, sin considerar la donación de información que esto supone, para mejorar el sistema de captura, con todas sus implicaciones.
¿Cómo lo que se fuga y huye del capitalismo, lo que escapa al valor, puede convertirse en una fuerza y volverse contra él para abrir otras formas de componer? ¿Cómo podemos valorar lo vital, lo que está vivo?
En los años 70, el cineasta italiano Pier Paolo Pasolini propuso pensar el conflicto político como una disputa fundamentalmente antropológica entre diferentes modos de ser, sensibilidades e ideas de felicidad. Una fuerza política no es nada si no se arraiga en un “mundo” que rivalice con el dominante en términos de formas de vida deseables.8
Hay campos de valores, sistemas hegemónicos de valorización, en su mayoría marcados por binarismos (rico/pobre, hombre/mujer, autonomía/asistencia, productivo/inútil). Estos valores nos atraviesan, nos habitan; al intentar pensar sus fundamentos nos encontramos, como dice Nietzsche, “rodeados de viejas tablas rotas y de nuevas tablas a medio escribir”. ¿Cómo escribir nuevas tablas que, a la vez, no se sequen, que mantengan la frescura de lo vivo, que se produzcan en la inmanencia de los encuentros y se contagien en la potencia transformadora?
El sistema de valorización hegemónico, ¿es la única manera posible? Eso nos intentan hacer creer todo el tiempo. Es necesaria la destitución de los sistemas de valoración que nos dejan en las formas debidas y, a la vez, abrirnos a la construcción de maneras de valorar −que se produzcan en la situación, al alcance de la mano, con los hilos que pasan por ella, a partir de los gestos− que actualicen las potencias destituyentes. “Una nueva dulzura, una nueva escucha del otro en su diferencia y su singularidad, están aquí también, por inventarse…”9 Sin duda este giro a nivel de la sensibilidad implica una nueva praxis política.

De los caminos y sus empedrados

Necesitamos abrirnos a nuevas narrativas, que abandonen la homogeneización de los valores.
Al decir de Rita Segato:

… el mundo europeo, del desarrollo, del productivismo, del capital tiene retóricas de valor abundantes y poderosas. ¿Quién puede decir: no te desarrolles, no ahorres o no produzcas? ¡Es una herejía! Aunque pensamos que es así. Entonces nuestro trabajo, ya que esas son tan poderosas, es, por ejemplo, construir retóricas de valor para la vincularidad, para la forma de vincularidad de amistad entre personas, de colaboración, de reciprocidad, de vínculo entre los miembros de las comunidades, por ese lado de acá. Por eso yo opongo el proceso histórico de los vínculos, que nos hace gastar en el vínculo −la fiesta es eso: es un gasto en el vínculo; y [es necesario] decir que esto tiene ventajas para la vida−, que invertir en las cosas no las tienen.10

Necesitamos narrativas que nos permitan caer en la cuenta de cómo y dónde nos toca esta homogenización de los valores que nombramos y que se nos cuela incluso en los deseos de transformación: ¿cómo podemos imaginar modos de transformación que no tengan como horizonte la idea de la tierra prometida (punto de llegada… y detención de la movilidad) para sentir-pensar en situación, en el mundo, en las tramas relacionales?¿Y sí, más que la instalación definitiva de algo (un mundo nuevo), se tratase de ciertas maneras de andar? Experimentar en el camino, a ras de lo que acontece… ¿Cómo salirnos del lenguaje de lo instituido? ¿Cómo instalarnos en lo moviente con las dificultades que siempre aparecen al pensar las cosas en movimiento?
¿Cómo abandonar la mediación instrumental para adentrarnos en el gesto de desenredarnos lenta, constante y cuidadosamente de tal necesidad, dejando de necesitar un fin legitimador y bienintencionado?11
Hace poco leíamos un artículo que traía la pregunta acerca de si los feminismos (y esto no oficia más que de botón de muestra) podrían escapar a las lógicas de control y de disciplinamiento12. Parece que cada vez que hay una posibilidad de interpelación de nuestras maneras de existir, estamos ante el riesgo de que se capturen las nuevas preguntas en las viejas maneras de responder, de que se instalen voces autorizadas (poder) que establezcan las nuevas medidas de lo que es correcto (saber), las formas debidas… en lugar del paciente trabajo de configurar formas-de-vida múltiples que acojan las preguntas, que las sostengan, y que permitan experimentar cómo y por dónde, sin demasiadas garantías.
El tema de las garantías parece uno de los grandes atrapamientos que nos amarran a las maneras de vivir actual… Desde la justificación de la necesidad del Estado como garante de la convivencia a pesar de que, como escriben Raúl y Decio13, la lógica del Estado se ha vuelto claramente el garante del despojo; hasta llegar a la imposibilidad de convivir con el vecino sin la mediación de la comisión administradora del edificio.
A veces quedamos atrapados en las formas que plantea el Estado, pero a veces quedamos atrapados en nuestra propia necesidad de ser los garantes de la transformación (disciplina y control: las formas debidas). ¿Cómo abrir paso a la composición situada y en la diferencia?

Moverse sobre otro plano significa dejar de mirar a través de los ojos del adversario. Esta puede ser una de las condiciones mínimas para cualquier elemento que se mueva en un proceso destituyente.14

Dado que no se trata de convertir los feminismos en un nuevo sujeto hegemónico portador de verdad, sino de aproximarnos tratando de ver lo que pasa en lo que pasa, ¿qué necesitamos ver y atender de lo que los feminismos traen, experimentan, gritan respecto a las transformaciones de los valores? ¿Cuáles preguntas resuenan respecto a la captura en las lógicas de poder? ¿Será la destitución una vía que abra aquí otra perspectiva?
¿Cuáles serán los gestos que permitan la transmutación?
¿Cómo llevar la lucha al campo de lo sensible?

Los gestos como modos de relación en acto

Pensar al hombre desde sus gestos concierne tanto
al “estilo” como a la “técnica”, al “cuerpo” como al “espíritu”,
en una continuidad que derrumba toda una serie
de oposiciones binarias habituales.15

Los gestos son relaciones compuestas por elementos heterogéneos. Es en el entendimiento de estos elementos donde se configuran los diversos gestos, plasmándose modos de pensar las situaciones, las diversas instituciones, el dinero, los modos de organización política, sexual, etc. En eso se juega la importancia de su reconocimiento y de sus formas creativas a la hora de pensar la relacionalidad. Nos atraviesan gestos individualistas. ¿Cómo prestar atención a los gestos? Podríamos convocar gestos simpoieticos (formas de hacer con el otro), portadores de modos y de perspectivas de valoración. Como dice Didi-Huberman: “los gestos están dotados de una notable capacidad de inversión”.16 Hacer lugar a gestos que reconozcan a las minorías, a los territorios existenciales diversos, a los valores de fraternidad, a las invenciones colectivas, a las valoraciones sociales de la actividad humana que no están fundadas sobre el beneficio y la economía mercantil.

La alegría de vivir, la solidaridad, la compasión respecto del prójimo deben ser considerados como sentimientos en vías de desaparición y que conviene proteger, vivificar, reimpulsar hacia nuevos caminos.17

Partiendo de cierta imposibilidad de lo universal, urge la necesidad de una paciente construcción siempre situada y, por lo tanto, no ajena a los acuerdos de la “comunidad de consenso”. De ahí la necesidad de hacer con lo vivo. En ese sentido, entendemos que hay gestos que sostienen esta configurabilidad vital. Proponemos, así, una lectura y un ejercicio18: escuchar y atender cómo escuchamos lo que escuchamos. La comunidad tojolabal presenta modos de resolver situaciones que se nos hacen pertinentes por su concepción bien específica acerca de cómo se produce a través del consenso. Dice Carlos Lenkersdorf en una entrevista:

— Te voy a contestar con un ejemplo que tuvimos una vez en nuestro grupo. Éramos unas diez o quince personas y surgió un problema. Había tojolabales y nosotros. Entonces un tojolabal comentó: “Vamos a resolverlo a la manera tojolabal”. Formamos un círculo y lo discutimos. De esta manera habló José, habló Martín, etc. y también Marta y Luisa, etc. Llegó el turno a Marta y ella dijo. “Yo pienso igual que Luisa”. El coordinador le contestó: “Mira, todos escuchamos la voz, la opinión de Luisa. Lo que nos interesa es lo que dice tu corazón”. Entonces la obligó: “Tienes que hablar lo que dice tu corazón porque el consenso solamente se puede formar de una voz unánime de todo el conjunto. Entonces todos tienen que hablar y el grupo tiene que discutir cómo formará un consenso entre las opiniones diferentes”.

Lo que se acalla no apaga las diferencias. Las diferencias siguen estando pero prevalece lo que es común sin tachar lo diferente.

— De entre muchas opiniones hay que formar un consenso.

El consenso de ninguna forma va a imponerse sobre el corazón.

— No, todo el grupo tiene que participar para formar el consenso entre las opiniones diferentes. Y si no se llega al consenso, entonces no se puede terminar la discusión. Eso lo he vivido varias veces. En grupos de doscientas, trescientas personas es más complicado, de diferentes comunidades. Una vez, estaba una comunidad que envió a su representante. Cada comunidad antes conocía el problema y formaron el consenso entre sí. Los delegados lo trajeron a la reunión de todos. Una comunidad no estaba de acuerdo y lo manifestaron. Primero el grupo dijo: “Vamos a discutir entre todos para ver”. Los representantes de la comunidad disidente dijeron: “Nosotros trajimos el consenso de nuestra comunidad. No podemos aquí ponerlo a discusión sino que tenemos que regresar, informar a nuestra comunidad lo que es el consenso de los demás y a ver qué es lo que nosotros pensamos y es eso lo que vamos a discutir. En la próxima reunión vamos a hablarlo”. Y así se hizo. Para los tojolabales no importa que inmediatamente se llegue al acuerdo. Tenemos tiempo. Hasta la siguiente reunión se tomará la decisión, que puede ser en quince días, en un mes, en una semana. Es importante que la otra comunidad también pueda dar su opinión sobre lo que los demás piensan.19

¿Qué nos produce el encuentro con cierta otredad? ¿Qué necesidad tuvimos de reconocer lo que ya sabemos para poder “entender”? ¿En qué nos enroscamos y por qué suponemos que nos enganchamos allí? ¿Qué nuestro fue tocado allí? ¿Qué nos inquietó? ¿Qué hizo obstáculo? ¿Qué descartamos de entrada?
Mucho de aquello que nos haya suscitado el encuentro con este texto de Lenkersdorf, de alguna manera, reclama una destitución20: es decir, embarcarnos en “el proceso capaz de desactivar el poder de las formas de vida” (formas debidas, decíamos nosotros); abandonar la concepción del poder para tener en cuenta la potencia; ponernos a la tarea, aquí y ahora; recuperar nuestra experiencia vivida y nuestra experiencia sensible, la trama relacional que nos compone y que componemos. Como dice Agamben: “Apostar por la potencia significa apostar por la consistencia de las formas de vida y sus puntos de contacto como medio de persistencia fuera del poder.” Y agrega: “No se trata tanto de aplicar una forma (o una norma) a la vida, sino de vivir según esa forma, o sea, de una vida que en la secuela, se hace forma ella misma, coincide con ella.”21

La experiencia vivida se libera de los predicados del poder, los encuentros son finalmente posibles en una presencia común al mundo. Lo que se juega no es la relación con lo social o lo biológico, sino un tejido de vínculos entre uno mismo y los demás, incluidos en una experiencia vivida común. A partir de ahí, las diferencias que se experimentan son éticas; se ponen en juego planos de realidades diferentes, de los cuales algunos comparten una consonancia, otros una disonancia. Se trata de entrar en contacto, de ir al encuentro de lo que está en juego en uno mismo y en el otro; el resto es del orden del acontecimiento.22

Experiencias que durarán lo que tengan que durar: el horizonte ya no es que se institucionalicen, sino que funcionen más bien como andamios que se arman y desarman según la necesidad de cada situación. Son pura potencia, como un momento de imaginación radical que, lejos de dar respuestas, abre sentidos y sentires inesperados sobre las formas de hacer política y sostener la vida. Forma que pone en cuestión la relacionalidad y abarca todo lo que habita las situaciones. Vida que se juega en el acto mismo de vivir, en los gestos −no tanto logrados o fracasados, que componen o descomponen−, sino porque su potencia coincide con ellos.

1 Nietzsche, F., Así hablaba Zaratustra, Editorial Porrúa, México, 1983, pág. 114.

2 Podemos partir de la idea de que las lenguas son visiones del mundo en cuanto determinan nuestra forma de pensar y de actuar. Desde esta perspectiva no es lo mismo tener una visión desde el “yo”, privilegiado por las lenguas como el griego, el español, el alemán y demás lenguas indoeuropeas, que otras visiones como el “nosotros” del tojolabal u otras lenguas mayenses. Hablar desde la perspectiva “nosótrica” tiene implicaciones en la vida diaria y en la forma de enfrentar los retos cotidianos, las aspiraciones y formas de ver el mundo.
Nos recuerda S. R. C que lo ch`ixi conjuga opuestos sin subsumirse uno en el otro, yuxtaponiendo diferencias concretas que no tienden a una comunión desproblematizadora. Lo ch`ixi constituye así una imagen poderosa para pensar la coexistencia de elementos heterogéneos que no aspiran a la fusión y que tampoco producen un término nuevo superador y englobante. (Rivera Cusicanqui, S. Ch’ixinakax utxiwa. Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores. Huasipungo libros artesanales, Montevideo, 2010.)

3 Estos encuentros se realizaron en forma paralela al Foro Social Uruguay, convocado y organizado por personas y grupos comunitarios, barriales, desocupados, y otros, sin “estatuto formal”.

4 Mujeres Creando, La virgen de los deseos. Huasipungo libros artesanales, Montevideo, 2005.

5 “Los accesos” hace referencia, por un lado, a las rutas de acceso a Montevideo que se entroncan de maneras sinuosas, rodeadas en algunos tramos, de pobreza, y por otro lado a las formas cristalizadas de acceso al campo político-social, también rodeadas de pobreza. Y en ambos casos por sus condiciones, se producen “choques”.

6 Cf. Entrevista de Amador Fernández-Savater a Diego Sztulwark, disponible en: https://ctxt.es/es/20211001/Politica/37417/entrevista-Diego-Sztulwark-nueva-derecha-narrativas-America-Latina-libertad-comunismo.htm?fbclid=IwAR0ZNWxutpyYtUT5q_AZyT1xZKVj9jXgH0kfGPgxazeVOWdPyIx-Sp9fJic

7 Carvalho, L., “¿Cómo se dispara un reloj congelado?” en Enfermaré, diciembre de 2020.

8 Fernández-Savater, A., “Una vida que se basta a sí misma: la revancha de los ‘valores del sur’”, disponible en: http://anarquiacoronada.blogspot.com/2017/09/una-vida-que-se-basta-si-misma-la.html

9 Guattari, F., ¿Qué es la ecosofía?, Cactus, Bs. As., 2015.

10 Entrevista a Rita Segato, disponible en: https://www.instagram.com/reel/CxQUpPWOYoI/?igsh=bmRpejg5cmk2MWpw

11 Cf. Carvalho, L. citado por Santiago Navarro en “La cuestión de lo destituyente”, disponible en: https://casadefilosofia.uy/lo-destituyente/

12 Klein, L., “¿Podrán los feminismos escapar a la sociedad de control”, disponible en: https://www.revistaanfibia.com/podran-los-feminismos-escapar-a-la-sociedad-de-control/

13 Zibechi, R., Machado, D., El Estado realmente existente. Del Estado de bienestar al Estado para el despojo, Editorial La Vorágine, Cantabria, 2023.

14 “Les cercles de la destitution”, Entêtement, 15 de junio de 2023, disponible en: https://entetement.com/les-cercles-de-la-destitution/

15 Deleuze, G., La subjetivación, curso sobre Foucault. Cactus, Bs. As., 2015, pág. 43.

16 Didi-Huberman, G., Desear Desobedecer, lo que nos levanta. Abada editores, Madrid, 2020, pág. 31.

17 Guattari, F., ¿Qué es la ecosofía?, Cactus, Bs. As., 2015, pág 381.

18 En este punto quizá sea necesario señalar cierta dificultad en el movimiento de la escritura que trae un aire pedagógico intrínseco a este pasaje al texto “impreso”. Por otro lado, conviene señalar que los tojolabales no tienen lengua escrita.

19 Citado por Rabinovich, S., & Huarte Cuéllar, R., “Nos-otros: los 70 en Tojolabal. Diálogos con Carlos Lenkersdorf sobre la traducción bíblica”. Acta poética, 31(2), 2010, págs. 55-85, disponible en: https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-30822010000200003

20 Como decíamos al inicio del articulo se trata de renunciar al mundo: Hay un mundo al que es necesario renunciar, para poder habitar otros mundos posibles.

21 Agamben, G., Altísima pobreza, Adriana Hidalgo editora, Bs. As., 2013, pág. 141.

22 “Les cercles de la destitution”, op. cit.

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